Una de las versiones del romance original del siglo XVI titulado Silvana, junto con las diversas representaciones de las Danaides, figuras que pertenecen a la mitología griega, son el origen de este trabajo, que en lo formal trata de señalar, de poner el foco, el lugar de atención, el punto de vista, la mirada y desde luego la voz, en cómo ellas, dicho en general, con sus movimientos, gestos, realizaciones y sobre todo alianzas entre ellas, afrontan, frenan y resuelven los diversos avatares que se les presentan.

Avatares y situaciones adversas que no dejan lugar a dudas acerca de las estructuras piramidales, de abuso de poder y paternalistas a las que las mujeres hemos estado sometidas a lo largo de toda la existencia.

Mientras Silvanita se encuentra con la alianza de su madre, frente a un padre que tiene intención de abusar de ella y actuar con ella como si tuviera algún derecho sobre su cuerpo, voluntad y sexualidad; las danaides se someten a un castigo por hacer caso a su padre y resolver sus matrimonios, la misma noche de bodas, asesinando a sus trincones maridos, castigo que les obliga por toda la eternidad a estar llenando de agua un tonel sin fondo, una sanción interminable, ejecutada en bloque, cual trabajo improductivo, sin valor, sin remuneración, que tiene muchas similitudes con las labores del hogar…

Pretender el sometimiento de la voluntad como si ellas no tuvieran entidad suficiente, o tal vez el miedo que da la libertad de criterio y decisiones de la otra persona, es lo que activa las rígidas estructuras piramidales, jerárquicas, abusonas, machistas y desde luego paternalistas.

Romance de Silvanita. Siglo XVI.